San Vicente de la Sonsierra es un municipio y villa de la comunidad autónoma de La Rioja en España. Está en la comarca de Rioja Alta a los pies de la sierra del Toloño. Pertenece a la zona de la Sonsierra (nombre que proviene de 'bajo la sierra'). Ostenta el título de villa divisera, que se puede leer en la fachada del ayuntamiento.
Existen asentamientos en la zona desde la prehistoria como atestiguan el dolmen neolítico de la Cascaja o el poblado de la Nava datado en la edad de Hierro.
Junto a la ermita de Santa María de la Piscina hubo un poblado anterior al siglo X (como demuestran las tumbas halladas al restaurar la ermita) y que debió quedar despoblado durante el siglo XIV tras la Primera Guerra Civil Castellana. Sus habitantes formarían más tarde la aldea de Peciña (nombre derivado de Piscina).
En el territorio de San Vicente existieron numerosos poblamientos alrededor de un pequeño templo, que constituían sus aldeas, como es el caso de San Martín de Sonsierra, San Juan, San Pablo, San Pelayo, Doroño, San Román, Hornillos, Orzales, Artajona, Pangua, Santiago, Mutilluri, Peciña, Ribas y Ábalos (fue esta aldea de San Vicente hasta 1653 cuando el Conde de Castilnovo la independizó).
La primera referencia escrita data del siglo IX y en ella se cita a los reyes navarros.
Sancho Garcés III donó San Vicente y sus propiedades al monasterio de Leyre en 1014, perteneciendo a este hasta el siglo XIV. Además construyó un puente fortificado que fue de gran importancia hasta su destrucción por una riada en 1775.
El 6 de enero de 1172 Sancho VI de Navarra concede el fuero de Laguardia a San Vicente y su alfoz. Este era semejante al Fuero de Logroño. Su hijo Sancho VII de Navarra en 1194 levantó el castillo y amuralló la zona. Además en 1212 tras la batalla de Las Navas de Tolosa concedió el blasón de las cadenas a la Casa de la Piscina.
Durante el siglo XIII fueron abundantes las luchas con el cercano castillo de Briones. En 1367 se vio envuelta en la guerra entre Pedro I el Cruel y Enrique de Trastámara. Las tropas de Enrique, al no poder hacerse con el castillo, incendiaron las aldeas de San Vicente a excepción de Ábalos. Al final del conflicto la aldea quedó en manos navarras. En 1373 un nuevo tratado entre Castilla y Navarra devolvió Logroño a Castilla, y siguió dejando a San Vicente dentro del reino de Navarra.
Debido a la resistencia de los habitantes de la zona frente a las tropas de Enrique de Trastámara, Carlos II de Navarra concedió hidalguía a sus habitantes y a sus descendientes. Con ello buscaba también «atraer nuevos pobladores, sea cual fuere su estado o condición.»
Durante el siglo XIV y siglo XV se busca afianzar la plaza con medidas para favorecer el crecimiento demográfico. Según el monedaje de 1350 en la población había 67 fuegos mientras que en sus aldeas 44 (Ábalos, 31 y Orzales, 13), es decir, 111 familias. Sin embargo debió ser un recuento inexacto ya que Peciña no se incluía en él cosa que, poco después, en el Libro de Fuegos de 1366, se subsanó. En esa fecha San Vicente y sus aldeas se contabilizan 280 fuegos: 181 en San Vicente; 58 en Ábalos; 24 en Orzales y 17 en Peciña. Sin embargo, en fechas próximas a 1427 en la villa y sus aldeas se nota unas ligeras variaciones. En total hay 255 fuegos: 139 en San Vicente; 76 en Ábalos; 12 en Orzales; 18 en Peciña y 10 en Rivas que en esta ocasión se incluye. El 20 de enero de 1423 Carlos III de Navarra incluye la villa y el castillo, junto con sus aldeas (Ábalos, Orzales, Peciña y Rivas), como parte de la Sonsierra, dentro del Principado de Viana creado en esa fecha en favor de su nieto, Carlos de Trastámara y Évreux.
En el siglo XV las luchas continuaron y Pedro Fernández de Velasco atacó San Vicente, hasta que en 1437 se firmó una nueva paz entre Castilla y Navarra. Definitivamente en 1463 pasó a poder de Castilla aprovechando las guerras civiles que asolaban a Navarra.
En 1790 San Vicente de la Sonsierra fue uno de los municipios fundadores de la Real Sociedad Económica de La Rioja, la cual era una de las sociedades de amigos del país fundadas en el siglo XVIII conforme a los ideales de la ilustración.
El acto más tradicional y conocido de San Vicente es el de Los Picaos. Se realiza varias veces al año, durante procesiones y Viacrucis. Consiste en la autoflagelación de la espalda, de un grupo de personas como acto de fe y de forma voluntaria, denominados disciplinantes, mediante el golpeo continuado con una madeja.
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