Paseo de la Reforma

Paseo de la Reforma

Paseo de la Reforma

El paseo de la Reforma es la avenida más importante y emblemática de la Ciudad de México. Originalmente, se llamó paseo de la Emperatriz o paseo del Emperador, ya que su trazo fue encargado por Maximiliano I de México durante el Segundo Imperio Mexicano. Después del triunfo del gobierno de Benito Juárez sobre este último y la restauración del gobierno republicano, fue renombrado como paseo Degollado, en honor a Santos Degollado. A la muerte de Juárez, el gobierno de Sebastián Lerdo de Tejada consolidó su actual nombre en honor al proceso conocido como Reforma.

Por su zona más céntrica han transcurrido hechos históricos de importancia para la capital. Es centro frecuente de manifestaciones y celebraciones populares, conciertos y actividades cívicas. En su recorrido se ubican monumentos destacados de la capital de México —como el monumento a la Independencia (que a menudo es tomado como un símbolo de la ciudad)— edificios prominentes, la Torre Reforma —el edificio más alto de la ciudad—, así como otros de interés financiero y comercial. Diversos estilos arquitectónicos pueden hallarse en el paseo debido a sus diferentes periodos históricos, desde los pocos vestigios del modernismo, el estilo internacional de los años cincuenta hasta la arquitectura más contemporánea.

En sus aproximadamente 14.7 km de largo, corre desde el poniente, en la zona de Cuajimalpa y Santa Fe, pasando por las Lomas de Chapultepec, Polanco y el Bosque de Chapultepec hacia el centro, hasta alcanzar la Zona Rosa y la colonia Juárez, el Centro Histórico, y al norte Tlatelolco y el inicio de la calzada de Guadalupe y la calzada de los Misterios. Desde la primera década de los años 2000, su trazo se extiende entre el entronque de la avenida Constituyentes, la carretera federal n.° 15 México-Toluca, la autopista México–Toluca 15D y la prolongación del paseo de la Reforma, hasta su encuentro con el eje 2 Norte en la glorieta de Peralvillo (antes denominada Garita de Peralvillo).

Historia

Siglo XIX

Durante la Intervención Francesa en México, en 1864, el gobierno republicano se encontraba a la fuga por el norte del país y, en la entonces Ciudad de México, el imperio, encabezado por Maximiliano I de México, se sentía afianzado al poder. Emitió y, en algunos casos, llevó a cabo una serie de reformas tendientes a modernizar al país, entre estas estaba la construcción de infraestructura, siendo así colocadas en primera instancia la consolidación de la comunicaciones en el país. Por eso, el gobierno imperial desarrolló una serie de proyectos camineros y de ferrocarriles. Algunos de esos estaban en obra desde la época republicana, de esos proyectos solo pudo cristalizar algunos, la mayoría parcialmente y el Valle de México en concreto. Uno de esos proyectos fue la creación de varios bulevares europeos como el Ringstraße de Viena o los que se construían en ese momento en el París de Napoleón III, vialidades caracterizadas por construirse a partir de demoliciones y transformaciones urbanísticas radicales, rematadas por grandes monumentos. De esos trabajos solo se iniciaron dos, uno sobre lo que hoy llamada avenida Chapultepec que no pasó del trazo y el otro proyecto, que tenía como fin conectar la Ciudad de México desde el Palacio Imperial con el Bosque de Chapultepec, cercano a la Ciudad de Tacubaya y donde se ubicaba el Castillo de Chapultepec, mismo que recibiría el nombre de Paseo de la Emperatriz, en honor a la esposa de Maximiliano, Carlota. Este proyecto quedó a cargo del Ingeniero en minas Alois Bolland, que formaba parte del séquito austrohúngaro de Maximiliano, y quién trazó lo que resultó finalmente.

Del segundo proyecto, el trazado y construcción de los bulevares fue encargado a una comisión de notables formada por los arquitectos Carl Gangolf y Ramón Rodríguez Arangoiti así como a los artistas Felipe Sojo, Miguel Noreña y Santiago Rebull, mismos que en su proyecto original consideraron crear seis bulevares radiales que salieran de la Plaza de la Constitución en el centro de la ciudad, pero como esto implicaba el demoler una parte importante de la ciudad (como ocurrió en París), se decidió por crearlos a partir de la periferia de la ciudad, de manera tal que estos iniciaran a una distancia promedio de un kilómetro y medio de la Plaza de la Constitución. Por este motivo el inicio del Paseo de la Emperatriz se dio en el cruce de las calles hoy llamadas Rosales, Avenida Bucareli y Avenida Juárez, donde se ubicaba por entonces una de las garitas que delimitaban la ciudad, al sur del Templo de San Hipólito y la plaza de toros llamada luego Plaza del Nuevo Paseo, partiendo donde en 1852 se encontraba la Estatua Ecuestre de Don Carlos IV, popularmente conocida como el Caballito. La traza comprendía una línea recta entre este punto y la parte baja de las habitaciones de los monarcas en el Castillo de Chapultepec atrás de lo que hoy es el Altar a la Patria donde se conectaría con el camino que rodea el cerro de Chapultepec y permite un acceso fácil al Castillo de Chapultepec.

A los ingenieros de origen austriaco, Alois Bolland y Ferdinand von Rosenzweig, les tocó realizar el trazo y proyecto de obra. Originalmente, incluía dos sentidos de nueve metros de ancho con un camellón central de un metro y medio, y dos paseos peatonales a los lados de nueve metros cada uno, llenos de vegetación de ornato. Su trazado desde un inicio presentó la oposición del Ayuntamiento de México y los propietarios de los terrenos agrícolas y ganaderos que atravesaría. Entre las múltiples razones técnicas que argumentó el Cabildo, estuvo la fragilidad del terreno, mismo que se había ganado gracias al desecado del lago de Texcoco, por lo que el suelo solo estaba formado por lodos compactados que, según sus argumentos, podían ofrecer poca resistencia, además de que la tierra era aún muy salobre y no sería fácil que creciera la vegetación abundante que requería el proyecto.

La obra a pesar de todo continuó y fue encargada —luego de un concurso— a los hermanos Juan y Ramón Agea, bajo la supervisión del Ministerio de Fomento, Colonización, Industria y Comercio, cuyo titular era por entonces Luis Robles Pezuela. Del proyecto original de 3.15 km solo se llevó a cabo una parte entre 1864 y 1865, un camino de unos 20 metros de ancho lo cual era enorme para la época, sin camellón central y solo unas zonas reservadas a los lados para el descanso de caballos. Por entonces no había prácticamente ninguna construcción en sus lados y de inicio no se consideró necesario el uso de banquetas.

Esta paseo no incluía puentes u otra obra similar, por lo que era necesario atravesar canales y ríos como el localizado a la altura de la Colonia Tabacalera (entonces Hacienda de la Teja, sitio que tomó connotación temporal al ser el primer alojo de Maximiliano en la ciudad). Este camino, durante el efímero imperio, fue de uso segregado al ser exclusivo para la Corte imperial, disponiéndose de un cuerpo de policías que hiciera respetar la exclusividad. Para esas fechas el paseo por excelencia de la ciudad fue el Paseo de Bucareli, donde cada tarde los habitantes de la ciudad, sobre todo de clase acomodada, lo recorrían a caballo o en coches tirados a caballo (por su escasa longitud lo recorrían varias veces). Comprendía entre, las hoy llamadas, Avenida Chapultepec y la Avenida Juárez. Esta última conectaba con la Alameda Central, lugar de paseo predilecto por las personas que lo hacían a pie. Otro con el carácter peatonal era el Paseo de la Cadenas frente a la Catedral Metropolitana y uno que incluía navegación era el Paseo de la Viga, que se realizaba por el Canal de la Viga.

Tras la derrota del Segundo Imperio Mexicano y el inicio de la Restauración de la República en 1867, el Paseo de la Emperatriz fue olvidado. La ceremonia de recepción por el Cabildo del Ayuntamiento de México para el presidente Juárez a la ciudad de México fue en la llamada Glorieta del Caballito y para su sorpresa el ayuntamiento decretó que el Paseo de la Emperatriz fue renombrado como Paseo Juárez, situación que de ninguna forma gustó al presidente. Por lo mismo y como responsable directo del Distrito Federal, pidió a Juan José Baz, entonces recientemente nombrado Gobernador del Distrito Federal, que disuadiera a los miembros del Ayuntamiento de México para cambiar el nombre a Paseo de Degollado como un homenaje al general del liberalismo Santos Degollado.

El 17 de febrero de 1867 se abrió oficialmente a todo público mientras se continuaron las obras. Para 1870 ya tenía camellones peatonales y arboledas entre el Caballito y la Glorieta de la Palma, siendo los trabajos llevados a cabo por Francisco P. Herrera, perteneciente al Ministerio de Fomento. Entre 1872 y 1876 durante el gobierno del presidente Sebastián Lerdo de Tejada se construyó un puente de ocho metros en la Hacienda de la Teja y se terminaron los camellones peatonales hasta Chapultepec, se sembraron eucaliptos, sauces y fresnos, además de realizar las cuatro glorietas entre la palma y la avenida Juárez. En 1872, por iniciativa del presidente, se le dio su nombre definitivo de Paseo de la Reforma. A sus costados ya se habían establecido las colonias Americana, hoy en terrenos de la colonia Juárez, y la colonia Cuauhtémoc. El afrancesamiento de la zona ya se denotaba popularmente desde esa época con un frecuente cliché de comparación con la Avenida de los Campos Elíseos de París.

Luego de la Revolución de Tuxtepec, el general Porfirio Díaz tomó el poder presidencial y encaminó al país en una política de modernización. En lo que respecta al Paseo de la Reforma, el trabajo se enfocó en embellecerlo y terminarlo, así como agregar un nuevo programa escultórico y monumental que recordara a las y los héroes nacionales. Así, para 1877, se construyó la glorieta que se encontrara cerca de la intersección con la Avenida de los Insurgentes, donde el 21 de agosto de 1887 se inauguró el monumento a Cuauhtémoc y en otra glorieta cercana, el Monumento a Cristóbal Colón.

Paralelamen…

Texto obtenido de Wikipedia - Paseo de la Reforma bajo la licencia CC-BY-SA-3.0 el 17 abril 2023

Lugares Paseo de la Reforma

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