Monasterio de San Bartolomé de Lupiana

El monasterio de San Bartolomé de Lupiana es un monasterio jerónimo situado en la localidad alcarreña de Lupiana en la provincia castellana de Guadalajara, en España. Fue en este monasterio donde nació el germen de la Orden de San Jerónimo. Su construcción como monasterio propiamente dicho comenzó en el año 1374 sobre una ermita ya existente dedicada a San Bartolomé, que databa de 1330.

El edificio, que fue declarado perteneciente al Tesoro Artístico Nacional mediante decreto de 3 de junio de 1931, actualmente está considerado Bien de Interés Cultural.

Historia del monasterio

Este monasterio es la casa madre de la Orden de San Jerónimo, fundado gracias a Pedro Fernández Pecha y Fernando Yáñez de Figueroa, regla que fue aprobada por Gregorio XI en 1373. A partir del siglo el cargo de prior del monasterio de Lupiana está aparejado con el cargo de Superior de la Orden y allí se celebraron los Capítulos Generales cada tres años.

El monasterio se sitúo en una de las laderas del valle del río Matayeguas, en unos terrenos donde había una ermita de San Bartolomé que fue construida por Diego Martínez de la Cámara, pariente de Pedro Fernández Pecha, uno de los fundadores de la Orden. Esta ermita primitiva funcionó como iglesia hasta que fue ampliada a finales del siglo y derribada en el siglo para construir la actual iglesia. El monasterio contó con tres claustros, de los cuales han sobrevivido únicamente dos.

La comunidad sobrevivió a diversos avatares y no le afectó la invasión napoleónica. Sin embargo, su final se precipitó con la desamortización de Mendizábal ya que el 8 de marzo de 1835 los monjes jerónimos abandonaron su monasterio y este pasó a ser propiedad de la familia Páez Jaramillo y luego al marqués de Barzanallana. En todo este periplo el monasterio prácticamente ha quedado en ruina y solamente se conserva el claustro de Covarrubias, los muros y fachada de la iglesia y algunas salas. Actualmente sirve como salón de bodas.

Complejo monástico

Claustro de los Santos

El primer claustro estuvo situado al sur de la primitiva ermita de San Bartolomé y recibió el nombre de claustro de los Santos porque servía de enterramiento a los monjes. Fue levantado en 1463 por orden del arzobispo Alonso Carrillo de Acuña en tiempos del prior Fray Alonso de Oropesa. Constaba de 70 x 11 pies con doce capillas repartidas en el piso bajo y solo contó con tres pandas para permitir una mayor iluminación. Desconocemos como sería el primer claustro, aunque sí ha llegado hasta nosotros la descripción que hizo Fray José de Sigüenza. Según este «el techo es de artesones dorados y pintados: los antepechos de marmol pardo, aunque no es propiamente marmol, sino una piedra dura y fuerte que tira a color de piçarra, con sus claraboyas de la mejor traza y labor que aquella Architectura moderna heredada de Godos o Moros, sabia». La referencias a las "claraboyas" y la arquitectura "moderna heredada de Godos o Moros" indica que sería un claustro tardogótico con algunas influencias mudéjares. Tuvo el claustro una banda corrida que decía:

En 1598 se cerró la última panda donde estarían dos refectorios y unos corredores en el sur conectando con la enfermería. Este claustro se encuentra en un estado de ruina total, no quedando ningún resto de interés.

Claustro de la Enfermería

Tras el primer claustro se construyó el segundo, el de la Enfermería, y tras ello la duquesa de Arjona, Aldonza de Mendoza, reedificó la iglesia colocando su sepulcro en la nave y mandó realizar la sillería. El claustro se empezó a construir el 13 de diciembre de 1504 cuando el Capítulo del monasterio decide construir una enfermería, y debió finalizarse en 1507. Del claustro solo se llegaron a construir tres de las pandas hasta 1552, dejando una panda abierta para dejar un espacio de acomodo a los enfermos, el llamado «Cuarto Nuevo». El claustro fue embutido en siglos posteriores en una estructura de ladrillo, lo que ha provocado que sea un absoluto desconocido entre los historiadores del arte del renacimiento español. El claustro presenta unos capiteles muy semejantes a los que hay en el palacio de Cogolludo y en el convento de San Antonio de Mondéjar, por lo que probablemente fuese ejecutado por Lorenzo Vázquez de Segovia. El hecho de que en el claustro alto aparezcan capiteles de vasos estriados en horizontal y diagonal hace que la cronología del claustro esté muy cercana a las del palacio de Cogolludo.

La presencia de Lorenzo Vázquez en Lupiana se puede explicar gracias a la conexión entre el monasterio y la familia del cardenal Mendoza. Así su sobrino, D. Antonio de Mendoza, fue quien encargó a Lorenzo Vázquez su palacio en Guadalajara (de cronología similar), y quiso ser enterrado en la capilla mayor de este monasterio. Junto a este claustro se localiza la escalera claustral de tres tramos que servía para comunicar el piso alto de este claustro y el del claustro principal, siendo semejante a la escalera del palacio de Antonio de Mendoza.

Claustro Mayor

El último claustro levantado, que es el más conocido y el mejor conservado, es el Claustro Mayor o Claustro Procesional. Consta de planta cuadrada con dos pisos, salvo en una panda que tiene tres, que se articula en la primera planta con arquerías de medio punto decoradas con columnas cuyos capiteles tienen calaveras, grifos, putti, decoración a candelieri, mientras que la arquería superior está formada por arcos mixtilíneos. La primera noticia documental data de 1535, cuando se decide reconstruir un lienzo de un claustro que existió en este lugar desde el siglo . Se encargó el proyecto a Juan de Algora, canónigo de la catedral de Sigüenza y maestro de obras del monasterio, por orden del prior fray Pedro de Liaño.

No obstante, algunos frailes prefirieron, viendo que el proyecto no era viable, llamar a Alonso de Covarrubias para que se encargase del claustro, pese a que el proyecto de Covarrubias no era «tan rico» como el de Algora, lo cual demuestra las inclinaciones artísticas de los frailes, que preferían una obra «al moderno» de Algora, frente a la obra «al romano» de Covarrubias. Es esta panda, la que daba al dormitorio, la que realizaría Covarrubias junto a Hernando de la Sierra. Esta panda contó en origen con cuatro alturas, siendo la última el llamado «corredorcico alto», donde estarían las celdas. Actualmente no ha subsistido, pero debió ser semejante a la tercera altura, es decir, adintelada mediante columnas y zapatas, como así atestiguan ciertos grabados de Genaro Pérez Villamil y Salcedo. El diseño de este claustro recuerda, en algunos aspectos, al claustro del hospital de la Santa Cruz de Toledo (especialmente su caja de la escalera) y al desaparecido patio del Palacio Arzobispal de Alcalá de Henares. Esta coincidencia de diseños viene reforzada porque los tres claustros comenzaron a edificarse el mismo año.

Es muy probable que Covarrubias solo llegase a realizar esta panda del claustro, en primer lugar, porque los capiteles de esta panda son mucho más decorativos que los del resto de pandas, y en segundo lugar, porque posteriormente el Padre Sigüenza nos deja constancia de que se hicieron las otras tres pandas años más tarde: «El General Juan de Yepes en su trienio [1599-1601] governó santissimamente, y edificó los tres lienços del Claustro principal de San Bartolomé, con que le dio mucha hermosura, al passo que la mostró a todos, con el exemplo de su vida». El autor de las otras tres pandas, que fueron concluidas a partir de 1601, fue García de Alvarado, un maestro de cantería trasmerano que trabajaría en la obra de El Escorial. La intervención de García de Alvarado se ciñe a emular lo que ya realizó Alonso de Covarrubias en 1535, pero tendría que eliminar gran parte de la talla decorativa que sí poseía la obra de Covarrubias a instancia de la comunidad, para abaratar costes.

García de Alvarado realizó una copia muy fiel de la obra de Covarrubias, aunque hay detalles que ayudan a diferenciar cada parte: los fustes de Cavarrubias son más estilizados que los de Alvarado, los capiteles de Covarrubias tienen una talla más prolija y con mayor variedad ornamental (bucráneos, calaveras, putti, sirenas, grutescos, etc) que los de Alvarado (volutas y hojarasca); además, en la panda de Covarrubias hay cuatro tondos con las imágenes de la Virgen con el Niño, San Jerónimo, San Bartolomé, San Pedro y San Pablo, frente a las de Alvarado donde solo hay una gran roseta. Otro elemento diferenciador es que en los lados de Alvarado hay unos pasos al vergel en forma de pseudoserliana, algo que apareció en el Patio de los Evangelistas de El Escorial, donde trabajó precisamente Alvarado.

Iglesia

El origen de la iglesia conventual no es otro que el de la primitiva capilla que Diego Martínez de la Cámara levantó antes de la creación de la Orden, en honor a San Bartolomé. Cuando Gregorio XI otorgó la bula en 1373 a Pedro Fernández Pecha y Fernando Yáñez de Figueroa, esta capilla se convirtió automáticamente en la iglesia del cenobio. La capilla subsistió y llegó a verla el propio padre Sigüenza, solo que en esos momentos se había convertido en el presbiterio de la iglesia. Y es que en el siglo , viendo que la capilla se quedó pequeña, fue ampliada a instancias de la duquesa de Arjona, Aldonza de Mendoza. Según Sigüenza, la ampliación de la duquesa, «dexándola en la medida que agora se conserva», consistió en la prolongación de la nave mediante un artesonado y en el añadido de otras dos capillas más junto al presbiterio. Aldonza de Mendoza pensó en Lupiana como lugar de enterramiento y así lo hizo, encargando un sepulcro gótico exento de alabastro que estaría situado en la última grada del presbiterio. Dicho sepulcro, que ha subsistido, se encuentra actualmente en el Museo Provincial de Guadalajara. La duquesa también fue la que costeó la sillería del coro monástico, una sillería gótica con motivos de tracerías que tras la desamortización se vendió a la parroquia de San Nicolás el Real de Guadalajara, donde hoy se conserva. La sillería sigue u…

Texto obtenido de Wikipedia - Monasterio de San Bartolomé de Lupiana bajo la licencia CC-BY-SA-3.0 el 18 abril 2023
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